domingo, 5 de mayo de 2013

Un adiós más fuerte que el tuyo.

Así es, un día de pronto me enteré que estaba muerto.

Tanta fue su insistencia en que me quisiera un poco y en que te dejara ir que nunca le hice caso y mejor evitábamos el tema aunque ambos sabíamos cuál era la realidad del asunto.

No fue hasta el día de su muerte que tú te burlaste de él y de mi, entonces comprendí que incluso en sus primeras horas de haber muerto me seguía dando una lección que en este momento debía aprender; fue entonces cuando decidí que debía agradecerte y olvidarme de que alguna vez fuiste alguien importante para mi.

Por lo tanto, hoy ya no eres parte de mi vida pero agradezco lo mucho que aprendimos juntos; imploro al cielo que mi amigo que a sus 23 años murió... regrese, de la misma manera que imploro al cielo que tú que sigues en vida... jamás regreses.

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